Existe una conexión directa entre el cerebro y el intestino. A esta unión se le conoce como eje intestino-cerebro, y demuestra que el estado del intestino (salud intestinal) tiene un impacto directo en las funciones cognitivas, el estado de ánimo, el estrés, etc…
¿Qué es el eje intestino-cerebro?
El eje intestino-cerebro es un sistema de comunicación bidireccional, que une el sistema nervioso entérico con el sistema nervioso central.
Este eje intestino-cerebro se encarga de regular funciones corporales y mentales, por lo que un mejor entendimiento del mismo puede ser clave a la hora de tratar determinados trastornos y enfermedades, además de mejorar el estado anímico general.
¿Por qué es tan importante eje intestino-cerebro?
Son muchos los motivos que convierten a esta conexión entre intestino y cerebro tan importante, aquí tienes algunos:
- Regulación del sistema digestivo: uno de los sistemas nerviosos que forma parte de este eje intestino-cerebro es el sistema nervioso entérico. Este sistema nervioso es necesario para controlar las funciones digestivas, como puede ser la motilidad intestinal, la secreción de enzimas o la absorción de nutrientes. El sistema nervioso entérico está unido al sistema nervioso central del cerebro, lo que significa que cualquier cambio a nivel del sistema nervioso central tiene un impacto en la regulación del sistema digestivo.
- Estado de ánimo y bienestar emocional: en el intestino se producen muchos neurotransmisores (sustancias químicas que se utilizan para provocar una respuesta en una neurona o célula), como la serotonina y el GABA, que se encargan de regular el estado de ánimo (entre muchas otras funciones). Un desbalance en la producción de estos neurotransmisores en el intestino va a tener un impacto negativo en el estado de ánimo y el bienestar emocional.
- Sistema inmunológico: la microbiota intestinal es el ecosistema que rodea al intestino. Un desbalance en la microbiota intestinal reduce la eficacia del sistema inmunológico y fomenta que haya inflamación general.
- Estrés: el estrés emocional tiene un impacto directo en la salud intestinal, ya que genera un impacto en la motilidad intestinal, la permeabilidad intestinal, la composición de la microbiota, etc…
¿De qué forma se produce la relación entre el intestino y el cerebro?
Son varios los canales por los que el intestino y el cerebro pueden establecer una conexión e intercambiar información entre sí:
- Nervio vago: es un nervio que físicamente conecta el cerebro con el intestino Es la principal vía de comunicación entre el intestino y el cerebro.
- Neurotransmisores: el sistema nervioso entérico libera neurotransmisores, provocando una respuesta en algunas neuronas y células del organismo.
- Hormonas: el sistema entérico libera hormonas que afectan a la función cerebral. La grelina, por ejemplo, es una hormona producida principalmente por el estómago que afecta, entre otras cosas, estimulando el apetito.
Interacciones entre la dieta y la conexión intestino-cerebro
Para terminar este artículo, me gustaría darte algunos ejemplos del impacto que pueden generar ciertos nutrientes de la dieta en el cerebro:
- Los ácidos grasos omega 3, DHA y EPA, tienen efectos protectores en el cerebro, reduciendo el riesgo de sufrir enfermedades neurodegenerativas.
- Vitaminas del grupo B (especialmente la B6, B9 (ácido fólico) y B12) impactan en el estado de ánimo, pudiendo haber un mayor riesgo de depresión si dichas vitaminas se encuentran deficitarias.
- El magnesio regula el estrés, pudiendo reducir los niveles de cortisol (hormona del estrés).
- Los antioxidantes (como los polifenoles o la vitamina C) reducen el daño oxidativo, ejerciendo una función protectora a nivel cerebral.
- El triptófano es un aminoácido (componente básico de la proteína) que se transforma en serotonina, una hormona relacionada directamente con el bienestar emocional.
Conclusiones
La evidencia científica destaca cada vez más la compleja relación que existe entre todos los órganos del cuerpo humano. Una relación clara es la que existe entre el intestino y el cerebro (de forma bidireccional), por lo que aplicar un enfoque nutricional y psicológico debería ser la forma más adecuada de trabajar para conseguir un bienestar emocional.